¿Cómo elegir el mejor rascador para el gato?

Si tienes un gato como mascota, debes saber que arañar y afilarse las uñas son dos de sus necesidades más importantes. Los pequeños felinos necesitan mantener sus uñas afiladas y, además, arañan como un gesto natural. Por este motivo, elegir un rascador para el gato es básico para su bienestar. Cumple dos funciones muy importantes: responde a su necesidad de juego y sirve para liberar energía.

Los mininos empiezan a rascar cuando cumplen cinco semanas de vida, y forma parte de su lenguaje, sobre todo de la comunicación olfativa y visual. Mediante el rascado identifican su territorio, depositando marcas visuales. Además, este hábito les permite mantener sus uñas en buen estado y estirar la musculatura de su espalda.

Pero, ¿cómo elegir el mejor rascador para el gato? Estos son los mejores consejos.

Material

Lo primero y más importante es el material con el que está fabricado el rascador. La superficie tiene que ser atractiva para la mascota, así que lo mejor es elegir un rascador de madera, cuerda o cartón.

Orientación

En el mercado hay decenas de modelos disponibles, pero los gatos prefieren los rascadores verticales porque pueden estirarse. Un árbol rascador es un gran idea porque los mininos pueden escalar por él.

Altura

En lo que respecta a la altura, lo más aconsejable al elegir un rascador para gatos, la superficie de rascado tiene que ser mayor que la longitud del animal cuando tiene las patas estiradas. Si el rascador es muy pequeño no van a poder estirarse cómodamente.

Estabilidad

La estabilidad es muy importante, sobre todo cuando el gato es grande. Un buen rascador tiene que ser estable para que no se mueva cuando el minino se apoye en él para rascar. De lo contrario, no servirá de nada, porque en cuanto vaya a usarlo y vea que se mueve, aunque sólo sea un poco, huirá despavorido. El rascador debe quedar perfectamente sujeto al suelo.

Ubicación

Y, por último, es indispensable saber cuál es el mejor sitio de la casa para colocar el rascador. Puedes poner varios repartidos por diferentes estancias. Por ejemplo, un árbol con rascador para que duerma en una zona alta y pueda rascarse y estirarse al despertar, y un rascador plano al lado de la cama.